A Jesús Díaz Armas, mi guía y mi amigo.
El año pasado analicé una obra de Grassa Toro e Isidro Ferrer para LIJMI[1]. Se trataba de un álbum delicioso que relataba cómo un pequeño[2] y su familia buscaban y finalmente encontraban el lugar adecuado para enterrar a su abuelo. No voy a repetir aquí todo lo que escribí entonces sobre Una casa para el abuelo, pero sí me gustaría recordar –porque me interesa hacerlo en relación con el trabajo de Voltz- dos de los muchos aspectos sobre los que hablé en ese artículo.
En primer lugar, Una
casa para el abuelo trata uno de esos temas tabúes en la literatura
infantil: el tema de la muerte. En segundo lugar, las ilustraciones de Ferrer, Premio
Nacional de Ilustración en el 2006 por este trabajo, se llevan a cabo empleando
una técnica mixta que combina dibujo y creaciones a medio camino entre el
collage y el assamblage.
Cuando conocí La caricia
de la mariposa, de Christian Voltz,
no pude evitar acordarme del libro de Grassa Toro y Ferrer. Las coincidencias
en el tema y en la técnica eran evidentes. Aquí también se trataba el asunto de la
muerte, aunque en este caso la de la abuela del protagonista, y se hacía con
toda naturalidad y con un gran sentido del humor. Es lógico que encontrara
también allí tierra, gusanos o raíces. Hay elementos que inevitablemente, en
una cultura compartida, se asocian a la muerte, pero, en cualquier caso, ver a
los dos abuelos que sobreviven a sus parejas, con una regadera en la mano,
felices mientras cuidan de un árbol cerca de sus difuntos esposos, lo convirtió
todo en un encuentro afortunado.
La primera edición de Una
casa para el abuelo se publicó por vez primera en París, en el 2001.
Problemas relacionados con la inconveniencia del tema impidieron que se
publicara en España antes del 2005. La
caricia de la mariposa se publicó ese mismo año en Francia.
Sin ahondar más en el tema de las coincidencias, es la
técnica empleada por los ilustradores lo que explica la presencia aquí de este
análisis comparativo. Voltz y Ferrer trabajan con una mezcla de técnicas y
materiales que enlazan sus creaciones con las de Marcel Duchamp y otros
artistas del arte contemporáneo. Y es que, este tipo de trabajos -de los que
encontramos cada vez más ejemplos en este ámbito de la literatura infantil-,
recuperan de algún modo los famosos objet
trouvé dadaístas, obras que se llevaban a cabo empleando materiales
diversos que se exponían luego
mezclados, modificados o, simplemente, descontextualizados.
Lo fascinante es que, partiendo de material de desecho
(cartones, maderas, alambres, arandelas, tuercas, tornillos, retales, ramas, candados, lápices,
etc.), Voltz y Ferrer hayan logrado, a pesar de todo, crear una obra personal e
inconfundible. Centrándonos en Voltz, no cabe duda: los protagonistas de La caricia de la mariposa vienen del
mismo planeta que los de ¡Yo no he sido!
y El libro más genial que he leído.
A estas alturas cualquier lector podría estarse preguntando cuál
es el papel de la fotografía en el trabajo de estos ilustradores y, como
adelantábamos en nuestra última publicación en este blog, la respuesta es que
la fotografía es el medio a través del cual este tipo de creaciones
tridimensionales pueden adaptarse a la bidimensionalidad del libro.
Aquí, entonces, el papel del fotógrafo sería el de un mero
mediador. Su responsabilidad no sería, en principio, la de aportar al libro
ideas o creatividad. Este hecho explica por qué en muchas de estas obras no
encontramos en los créditos una mención específica a su figura. En Una casa para el abuelo, por ejemplo, las fotos fueron llevadas a cabo por
alguien que ha quedado relegado al anonimato. Y así ocurre con alguna obra de
Voltz, pero no con todas. De hecho, el ilustrador francés cuenta ya con un
fotógrafo habitual para este tipo de trabajos: Jean-Louis Hess, que aparece en
los créditos de La caricia de la mariposa
o El libro más genial que he leído.
Creo que es cada vez más urgente reivindicar la figura del
fotógrafo en este tipo de obras que, como en el cómic o en el cine, por poner
dos ejemplos de manifestaciones artísticas en colaboración, reciben el sello de
varias manos antes de convertirse en un producto final. El fotógrafo puede
mejorar o empeorar un trabajo de este tipo, de modo que contar con un
profesional en este ámbito no puede más que contribuir a su éxito.
[1]
Red Temática de Investigación “Las Literaturas Infantiles y Juveniles del Marco
Ibérico e Iberoamericano”.
[2]
Más tarde, Grassa Toro me revelaría un secreto que nunca podría haberse
adivinado en la lectura del álbum y es que el narrador no era un niños, sino
una niña.
Hola Vanessa,
ResponderEliminarHe escogido Punctum para otorgarle uno de los 5 premios Liebster. ¡Feliz verano!
http://cuentodelabuenapipa.blogspot.com.es/
¡Vaya! ¡Noelia, muchísimas gracias!
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