miércoles, 4 de mayo de 2011

Flotante (Flotsam)

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El pasado 29 de abril, el Banco del Libro anunció los ganadores de su XXXI edición del premio Los mejores libros para niños y jóvenes. En la sección de libros infantiles, dentro del apartado de traducciones, se galardonó al álbum Flotante (Flotsam), de David Wiesner, publicado originalmente en 2006 por Houghton Mifflin.

La obra, que en 2007 había recibido uno de los premios más prestigiosos de Norteamérica destinados a libros infantiles, la Medalla Caldecott, sigue una línea similar a la de obras anteriores de Wiesner, quien prescinde aquí de la palabra para contar con tintes surreales la historia de un niño que encuentra en la playa una cámara antigua con un misterioso carrete en su interior.

Las ilustraciones son acuarelas de estilo realista, aunque sin llegar al hiperrealismo o al fotorrealismo. Algunas imágenes, especialmente aquellas que se supone que realiza la cámara en su periplo marino remiten al surrealismo. El relato sigue una estructura en secuencia a través de la superposición de viñetas e ilustraciones a toda página, que remite a otro código, el del cómic el cual a su vez trae débitos del medio cinematográfico que se deja ver aquí en primerísimos planos, planos detalle, diferentes ángulos de visión con distinta función expresiva, etc.

En este caso, por tanto, es el tema y no la técnica lo que hace pertinente la presencia en este blog del álbum comentado. Flotante es la historia de un niño que encuentra una cámara (una de esas cámaras analógicas de medio formato cuyo uso en la actualidad ha quedado prácticamente desterrado al mundo del arte) con un carrete que, después del revelado, le mostrará un viaje maravilloso.

Este álbum de Wiesner, valioso también por otros muchos motivos, es, por tanto, un interesante homenaje a la fotografía, a esa especie de proceso mágico en el que una máquina, un ojo mecánico, como dijo Roland Barthes: “reproduce al infinito [algo que] únicamente ha tenido lugar una sola vez”.

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